Nací en Valencia, en el mediterráneo, como segunda y última hija de Eduardo e Isabel, ambos emigrantes de Galicia. Una pequeña familia en tierra extraña. Llevo grabado el recuerdo de la añoranza de mis padres por su tierra natal y los frecuentes viajes al norte.
Ya de niña, lo que más me gustaba era cuidar a los niños más pequeños, cautivada por algo precioso, la sencillez de un alma inocente. Mientras estudiaba bachillerato, empecé a dar clases particulares a mis vecinos y otros niños que tenían dificultades para entender las asignaturas de la escuela y me di cuenta de que realmente disfrutaba de aquellos ratos. Por ello, decidí estudiar Magisterio, eligiendo la especialidad de lengua extranjera, que en aquel caso era inglés. Cuando terminé la carrera me marché a Inglaterra a perfeccionar el idioma.
Allí encontré trabajo como profesora asistente en una escuela residencial para niños con autismo y aquella experiencia realmente hizo moverse algo muy profundo dentro de mi alma. Intentar comunicarme con ellos, descubrir nuevas formas de comprender, observando, adivinando, intuyendo, escuchando, hizo que me empezase a interesar profundamente por los procesos de comunicación y por cómo conectar verdaderamente con el otro. Cuando volví a Valencia, empecé un postgrado sobre cómo crear proyectos educativos y fundé con unas compañeras un servicio de apoyo para niños con autismo, sus familiares y todo aquel involucrado en la vida del pequeño.
El proyecto se basaba en el desarrollo de un sistema de comunicación y la creación de un ambiente seguro y lleno de cuidado y cariño donde los niños pudiesen ser felices.
En aquel tiempo me di cuenta de que el sistema de educación tradicional basicamente quería que el niño se adaptase, que se volviese “normal” (si es que la normalidad existe), sin escuchar realmente las verdaderas necesidades del alma.
Decidí cambiar de ruta y buscar un enfoque educativo diferente; empecé a estudiar los trabajos de Carl Rogers, Freinet, Maria Montessori, Paolo Freire y Rebeca y Mauricio Wild. En esta época me ofrecieron trabajo en un bello proyecto en las montañas de Barcelona. Una escuela privada basada en el aprendizaje activo, donde se permitía que el niño experimentase por sí mismo y que fuese su propia motivación interna la que iniciase el proceso de aprendizaje, en vez de sobrecargarle con conocimientos teóricos impuestos desde el exterior sin dar lugar a la experiencia.
Trabajé allí durante dos años, hasta que decidí marcharme. Me daba la impresión de que faltaba algo, yo necesitaba aprender más sobre comunidad, trabajo en grupo, la relación entre la casa y la escuela, y más que nada, el papel del adulto en el espacio educativo, cómo acompañar a los niños en su desarrollo emocional, el cuidado del alma del grupo y de cada alma individual.
Mi pregunta era: ¿cómo se puede crear una atmósfera estable, que nutra, proteja y ame a los niños, ayudándoles a desarrollar su potencial interno para ser felices en esta vida, donde también los profesores y los padres se sientan completos y realizados?
Esa búsqueda me llevo al otro lado del mundo, a una escuela de meditación que hay en Sydney, Australia, y allí conocí también la pedagogía Waldorf. Fue interesante conocerla allí, pues se percibe con claridad que no está ligada al movimiento católico ni a ningún tipo de religión, si no a algo que va mucho más allá, llamémoslo la fuerza de vida que hay en cada ser, y el profundo respeto y amor que inspira observar verdaderamente la naturaleza desde la conciencia plena.
Allí inicié mi formación como maestra y, después de un año, regresé a España. En seguida encontré trabajo como maestra en un proyecto Waldorf en Girona. Fue sólo un año, pero lo recuerdo con infinito cariño, por la armonía y el entendimiento que había entre los maestros y con los padres.
Después encontré trabajo de maestra de inglés en otra escuela Waldorf de Madrid, y al año siguiente pasé a ser tutora. Es en esta escuela donde me he desarrollado durante los últimos 10 años como maestra, escritora, ilustradora, artista, ponente, mediadora , poeta, humorista, gestora, formadora y, en general, como ser humano.
Estoy muy agradecida por todos estos años, en los que la escuela me permitió formarme en Italia y Suiza, además de traer a grandes profesionales de la educación a nuestras aulas, de forma que pudiesen aconsejarnos y guiarnos en nuestra labor diaria. Magníficos compañeros, magníficas familias, magníficos alumnos, que me enseñaron a escuchar, a estar presente, a mediar y a percibir con el corazón en la mano.
Después de esta gran experiencia y con el alma llena de tesoros para compartir, he decidido iniciar mi propio camino. Es un momento de mucho entusiasmo, donde la creatividad me desborda y, poco a poco, podré ofreceros materiales pedagógicos que llevo tiempo elaborando, cuentos para la enseñanza de las letras y de las operaciones matemáticas, cursos de acuarela para el trabajo de las emociones y un libro que estoy escribiendo, en donde pongo por escrito cómo llegar a crear ese ambiente de crianza hermoso, donde los niños pueden llegar a ser verdaderamente ellos mismos.
Mientras tanto, voy apoyando a nuevos proyectos educativos y a nuevos maestros, dando formación allá donde se necesita, y así sigo conectada con el día a día de los niños.
Dicho todo esto, espero desde la mayor humildad que Educando en libertad os guste, os sirva y os acompañe con amor.
Sara