
Muy a menudo pensamos que, ser libre, significa poder hacer lo que uno quiere hacer en cada momento. Lo que no tenemos tanto en cuenta es si lo que queremos hacer es un deseo real nuestro, que nos hace bien y nos trae felicidad, o es un deseo que viene de otro lugar.
Hay cosas que deseamos porque nos han enseñado que conseguirlas nos dará felicidad, y las buscamos aún teniendo pistas por el camino de que no nos llenan. Otras veces deseamos algo que todo el mundo desea, porque parece que es lo que hay que conseguir en la vida para ser feliz, y, sin embargo, cuando lo logramos, nos damos cuenta de que sentimos un vacío, una carencia que no se ha resuelto.
Entonces pensamos que es porque nos falta algo más, algo que la sociedad o nuestra educación dice que es necesario para tener una vida plena, y repetimos el ciclo con el mismo resultado.
La cuestión principal es que, si cumplimos deseos que, en realidad, no son nuestros, no somos verdaderamente libres. Estamos siguiendo los patrones de vida de nuestros antepasados o de la sociedad, enredados en una maraña que no puede llevarnos hacia nuestra propia felicidad.
Ser libre es ser capaz de discernir de dónde provienen mis deseos y mis pensamientos. Y después ser capaz de elegir aquellos que vienen realmente de mi interior y que son coherentes con lo soy verdaderamente. Es necesario liberarse de todo aquello que no somos para ser y vivir plenamente.
Y lo mismo sucede en la crianza, a veces pensamos que, para que nuestros hijos sean libres, debemos decir que sí a todo lo que nos piden y cumplir todos sus deseos. Pero, en muchas ocasiones, la infancia pide algo para tapar un malestar interno, una carencia que va mucho más allá de lo que está pidiendo. Hay que ser capaz de encontrar ese deseo original, esa necesidad que va más allá de sus palabras y que se esconde dentro de su ser.
Muchas veces creemos que nos piden atención constante cuando lo que necesitan realmente son unos minutos de presencia plena, de compañía y reconocimiento sereno.
Pero, si no sabemos qué es lo que realmente queremos, ¿cómo vamos a saber lo que quiere y necesita la infancia que nos rodea?
Sólo a través de una práctica continuada, si es posible en compañía afín, que nos lleve a observar y descubrir quiénes somos verdaderamente, podremos llegar a la libertad y la vida plena. Y podremos también acompañar a la infancia que nos rodea en su caminar por esta misma senda.
Si quieres iniciar conmigo este trabajo profundo de observación y crecimiento, aún estás a tiempo*.
Espero que mis palabras te inspiren y te sirvan.
*La nueva edición de mi formación «Crecer para educar» está a punto de comenzar, escríbeme a info@sarajusto.com y te cuento todos los detalles.
Sara Justo Fernández. Maestra y formadora en pedagogía Waldorf.
Asesora de familia sobre temas educativos, de aprendizaje y crianza.
Autora de los libros Crecer para educar y El tesoro del tío William.
*Fotografía de Bert Mulder