La importancia del encuentro en el camino menos transitado

Puente de piedra entre montañas en otoño

Cuando nos dedicamos a la educación consciente, ya sea en casa o en la escuela, hay momentos grandes de soledad.

En realidad, siempre que nos salimos un poco de lo establecido y confiamos en nuestro corazón, puede aparecen resistencias. Son fuerzas que provienen del entorno y también de las creencias que hemos heredado y que actúan desde dentro.

Estas resistencias nos hacen sentir que no vamos por buen camino y que quizá no hemos escogido lo mejor. Nos hacen dudar de nuestra propia intuición y esto hace que perdamos la fuerza que nos anima.

Aparecen sobre todo en los momentos de cambio y cuando hay alguna dificultad. En esas situaciones, el camino más transitado parece más fácil y accesible que el que hemos escogido. Es como la escena de la película Matrix donde Neo tiene que elegir si quiere la pastilla azul o la roja. Una de ellas le lleva de vuelta al sueño, a la comodidad, a no sentir más el dolor. La otra le lleva a la consciencia, y a un mundo lleno de obstáculos y riesgo, pero también de Vida.

Es mucho más difícil educar con presencia que ceder a las corrientes de la sociedad y dejar que sea una pantalla quien monopolice la atención de la infancia. Requiere mucha fuerza interior salir del camino establecido y buscar lo que realmente quieres hacer en la vida, pues aparecen momentos de soledad en los que sientes que no hay nadie más a tu lado y que estás librando una batalla imposible de ganar.

Pero no es así.

Hay muchas personas que están en tu mismo barco, lo que pasa es que a veces nos aislamos y las perdemos de vista. Es muy fácil que el día a día nos lleve a esa soledad que nos quita fuerza, pues el quehacer continuo no nos deja tiempo para volver a nuestro centro y buscar aquello que nos hace bien.

Por eso es tan importante parar y respirar, aunque sea cinco minutos al día, y recordar a esas personas con las que tenemos un vínculo especial, que nos acompañan en nuestro sentir y nos aceptan de forma incondicional. Que nos ayudan a recordar quienes somos en vez de indicarnos cómo debemos ser.

A veces es una amiga cercana que sabe cómo escuchar, otras veces es a través de un libro que te acompaña y resuena en tu interior. Puede ser una actividad que te hace sentir viva y que te lleva al encuentro de personas afines, una clase de pintura, un curso de mindfulness, de artes manuales, cualquier situación que te ayude a sentir que somos muchos los que queremos hacer de este mundo un lugar más consciente y feliz.

Ojalá estas palabras te sirvan para encontrar esos espacios y sentir mi compañía en este viaje que, aunque requiera de más fuerza interior y de gran voluntad, está lleno de tesoros y grandes alegrías.

Sara Justo Fernández. Maestra y formadora en pedagogía Waldorf.

Asesora de familia sobre temas educativos, de aprendizaje y crianza.

Autora de los libros Crecer para educar y El tesoro del tío William.